Comer alimentos preparados o ultraprocesados en vez de hacer compras para cocinar puede estar drenando tu bolsillo. Puede que no tengas tiempo o los conocimientos, pero si te adaptas, al cocinar comida saludable, que planeas, vas a mejorar tu salud, y si eres inteligente, lograrás ahorrar dinero. Te damos unos consejos
Revisa los alimentos que tienes en tu refrigerador y alacena
Tienes que estar al pendiente de lo que tienes para aprovechar esos recursos. No revisar lo que tienes y en qué cantidad va a hacer que compres varias veces lo que ya tienes, y que las cosas que tienes caduquen. Revisar te ayuda a ahorrar dinero porque te obliga a hacer un uso racional de los recursos.
Piensa en cuándo comerás en casa
Antes de hacer listas, revisa tu agenda para saber qué días comerás en casa y cuántas comidas. Con esta revisión podrás planificar mejor. Actuando de este modo evitarás comprar productos que no vas a consumir.
Ten dos listas en papel
Debes tener dos listas en la misma hoja: una para planificar tus comidas, y la segunda para los ingredientes que vayas a necesitar a la hora de cocinar. La idea es que ambas tengan relación y ayuden a que compres lo justo, pues la lista te servirá para hacer una receta específica en vez de comprar de forma desordenada muchos ingredientes.
Planea todas las comidas de la semana
En tu lista incluye el desayuno, cena y comidas intermedias, para que tengas claro qué es lo que realmente quieres cocinar en la semana.
No te salgas del plan
Aún si te salen imprevistos, trata de apegarte a tu plan. Así vas a tener control sobre lo que compraste y evitarás comprar comidas preparadas, o pedir a través de aplicaciones, que van a hacer que te salgas de tu presupuesto sin que te des cuenta.
Puedes encontrar recetas en internet
Si te aburres y piensas que comer saludable es solo comer verduras hervidas y sin sabor, podrías estar engañado. En internet tendrás a tu disposición múltiples recetas que se adaptan a todos los bolsillos: no necesitas comer salmón para comer saludable, sino que las proteínas pueden venir de otras fuentes más baratas, como los lácteos, las sardinas o los huevos (recuerda que estamos sujetos a variaciones de precios todo el tiempo).